Las formulas se agotan
rápidamente. El mundo nunca se sintió tan viejo ni tan vertiginoso con cada
nueva respiración. Por eso, conservar el estatus de una figura actual, alguien
que siempre se muestra fresco y renovado puede parecer una utopía. Más, si a lo
que nos referimos es a las altas esferas del pop comercial internacional.
Cada nuevo año que pasa los
ídolos del pop mediático mutan, cambian, se remplazan entre ellos a la manera
de una carrera de postas. Aunque ellos no lo quieran, envejecen y con ellos su
popularidad tambalea. Aunque todos así lo quisiesen, David Bowie y muy pocos artistas han podido conservar su título según el pasar de los años.
Si vemos los años en
perspectiva tampoco notaremos muchos cambios de estilo ya que el género no
resiste un examen detallado desde el análisis musical. Lo que sí cambia es la
estética de los videos, las reivindicaciones de las letras (qué sector marginado será representado por algunos)
y como siempre, abundarán las canciones de amor y desamor. Mejor sólo que mal
acompañado, pero mejor que sobre y que no falte el nuevo maquille.
Aquí hay que hacer una
distinción, y aclarar que no toda música pop es preocupante por su
reiteratividad y hay muchos artistas que apuestan a la creatividad y a la
innovación dentro del género. Pero este no es el caso de la música pop del más
alto estatus comercial, esa que en invade los espacios públicos, que nos
acompaña a casa en los transportes públicos y que escuchamos cuando estamos comprando
en los supermercados, por solo mencionar algunos ejemplos.
El 2015 y el actual 2016 la
atención mediática quedó signada por la salida de dos álbumes, los nuevos
materiales de Justin Bieber y de Adele.
Es en el ídolo canadiense donde
se registra una tendencia, la de interpretar canciones realizadas por otras
agrupaciones de artistas, a la manera de un encargo. Así suele suceder en el
ámbito de la música clásica donde los solistas más aclamados de cada momento
suelen encargar composiciones originales para su instrumento a los compositores
en boga.
En el ámbito pop estaba
establecido este rol en la figura del productor. Muchos de ellos se encargan de
escribir, o arreglar los bocetos de las canciones que luego saldrán en los
discos de los artistas.
No es este el caso de Justin
Tranter y Julia Michaels. Ellos han establecido una nueva pauta, donde su rol como
creadores es visible y no ocultado por la industria (no vaya a ser que la
etiqueta del Cantante Pop decaiga en Intérprete Pop). Tranter, quién posee su
propia banda ha establecido una sociedad artística con Michaels y juntos han
sabido renovar el repertorio de Selena Gómez, Gwen Stefani y el siempre
polémico y enfant terrible Justin Bieber.
Las diferencias no son radicales,
pero el tinte inyectado por Michaels y Tranter hacen ver a estas estrellas más
similares a su público que a esa realidad abstraída que parecen habitar.
Si bien la carrera del joven canadiense
lleva sus buenos años, uno no deja de preguntarse cuando aparecerá el nuevo
ídolo que lo opaque y le quite la corona ficticia de rey del pop. También, nos
preguntamos hasta cuando seguirá este ciclo de la música pop. Así es en la
política, en el fútbol y en el pop, nunca podrás imaginar cuando y de dónde
vendrá el golpe que te hará caer.
Continuará …
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