Difícil empresa la de tratar
de comentar alguna de las piezas cinematográficas que comprenden el corpus
artístico de Gaspar Noé sin caer en quimeras o en simples menciones vanidosas y
superficiales. Probablemente, la película más difícil de definir, de analizar, de
dar lugar a una crítica, es Love,
estrenada en 2015.
Trataré de no valerme, como en
el caso de Oscar Wilde, de un compañero ad hoc que formule las preguntas que
quiero responder para dilucidar acaso, alguna certeza, sobre Love.
En la actualidad, podemos
definir (a groso modo, como quien no quiere ver tonos grises) que existen dos
cines, dos mercados, dos escuelas, dos formas. La nomenclatura no importa. Existe
el cine comercial, que busca agradar o complacer a la audiencia; y existe el
cine alternativo, que propone los finales amargos, o las formas diversas con
otro tipo personajes y otras búsquedas artísticas. Como dije y no me cansaré de
repetir, mi daltonismo premeditado no me deja apreciar los tintes medios.
Gaspar Noé comprende una parte
muy radical del segundo tipo de cine. Poseedor de un estilo provocativo,
molesto, amoral, este director sabe muy bien cómo poner al espectador contra
las cuerdas y hacerlo dueño de las peores perversiones de la raza humana,
siempre danzando en el límite. Allí están Irreversible,
acaso su obra más célebre, Seul Contre
Tous, y Enter the Void, ese tour de force que transcurre en una
Tokyo estimulada, frenética e inevitable.
Tratar de informarse sobre Love, como sucede con las películas
controversiales, es tratar de encontrar luz en una cueva sellada. Formalmente,
es la película más accesible de Noé. Narrativamente, la más difícil. Puede ser
que por exceso de narcisismo, por carencia de desarrollo narrativo, o por lo
que fuere, pero nos encontramos con la obra más personal del autor. Love está tan llena de referencias a
otras obras, muchas de la propia producción de Noé, que sería un craso error
tratar de afirmar que todo lo blanco es blanco, y que todo lo negro, en efecto,
es negro. Ya vamos extrañando la certeza de nuestro mundo parcial y bitonal.
Un pequeño esbozo de análisis
diría que, Love, es la historia de un
estudiante de cine que se despierta con resaca y rememora la relación que tuvo
con su ex novia. El protagonista rememora un tiempo idílico (que como todo buen
tiempo idílico termina mal y pronto, lo sabemos desde el comienzo de la
narración) y desde un espacio de disconformidad. El error que le costó su
relación, le ha costado también la felicidad y lo ha llevado a una cárcel. Una
de esas, que son tan frecuentes en la vida, que no tienen barrotes y que
tampoco llevan al aislamiento social. La tragedia, es la vida cotidiana.
A partir de quiebres en la
temporalidad, idas y vueltas en las memorias, se construye la historia desde la
perspectiva de Murphy, un protagonista con el cuál es difícil solidarizarse. En
la pantalla tenemos a un inconforme, melancólico inmigrante en París, que se
lamenta de cómo su vida se ha convertido en eso que no queremos ni siquiera
poner nombre.
La cámara por momentos
parpadea, emulando una visión en primera persona, al estilo que Noé ya había
utilizado en Enter the Void. También,
unificando el montaje y dándole continuidad al ritmo de la narración escuchamos
los graves sonidos sintetizados que nos sumergen en un continuum musical. El
estado de alerta, de shock nervioso en el que Noé sumerge a la audiencia a
través del uso de las imágenes y de la música, es notable.
Sobre los muros que habitan los planos de Love podemos ver los posters de M, el Vampiro de Düsseldorf, Taxi Driver, The Birth of a Nation; y en la habitación de Murphy vemos la maqueta del Hotel Love que se ve a la saciedad en Enter the Void.
A caso, Murphy, el
protagonista del film, es quien se lleva el premio de la referencialidad en Love.
Incluso se podría decir que es un vástago análogo de su creador, Gaspar
Noé. Motivado e influenciado por 2001,
Odisea del Espacio, estudia cine y quiere hacer
películas de sangre, esperma y lágrimas. El diálogo continúa, como
explicación del film en sí mismo: (…) Esto
es como la esencia de la vida. Creo que las películas deberían contener eso. Deberían
estar hechas de eso.
Murphy lleva en varias
ocasiones, una remera al estilo Metallica
en homenaje a Rainer Werner Fassbinder,
la misma con la que Noé se mostró ante las cámaras de la prensa.
Otro tipo de simbología se
pone en juego en la película. La ex novia de Murphy se llama Elektra, a la
manera de personaje griego extrapolado por Jung y la escuela del psicoanálisis.
Para reforzar la teoría, Murphy le remarca a su entonces novia: Elektra has a Daddy Complex.
Quien interpreta al ex novio
de Elektra, y que lleva una galería de arte llamada Noe International Art Gallery, es el mismo Noé en su versión más
kitsch.
Porno Papá Bach
¿Cómo construir un perfil
musical de una película situada en París, sin la música de Erik Satie?
En Love escuchamos las Gnossienne de Satie, inconfundibles, en su
versión para piano y las adaptaciones para orquesta.
La música acompaña las largas
escenas de sexo, estilizando los
momentos y situándose nuevamente en la frontera de lo obsceno, lo burdo y lo
profundo. La música que compone la banda sonora de Love es puramente instrumental, carente de palabras. Esta
característica acentúa los continuos monólogos interiores del protagonista. No
hay piezas en musicales compuestas específicamente para Love, si no que escuchamos canciones conocidas y frecuentemente
utilizadas en el género cinematográfico. Allí está Satie, la espectacular Maggot Brain de Funkadelic, el simil glockenspiel sintetizado de School at Night, que musicaliza de forma
infantil la escena de sexo donde Murphy comete la traición a Elektra y sella su
destino trágico. También está Bach, con el aria de las Variaciones Goldberg,
interpretado, con murmullos incluidos, por Glenn Gould, recordándonos la
dimensión humana de la música.
Con altos y con bajos, Gaspar
Noé ha conseguido captar la atención y dividir las aguas de la audiencia
nuevamente. ¿Dónde quedó el amor, se podrá preguntar uno? Pues la respuesta
está dada varias veces en el film , no siempre de forma obvia. Conviene rememorar a la ausente
Elektra:
“Eres un tipo increíble, que no sabe lo que significa el amor”.
“Eres un tipo increíble, que no sabe lo que significa el amor”.
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