Sunday, November 23, 2014

Ópera en el ring

La actualidad de los teatros públicos y cómo la política se refleja en el arte.

Actualmente en la Argentina se vive con una extraña expectación el clima electoral que se genera en pos de las elecciones presidenciales del próximo año. Dejando de lado a varios partidos y candidatos, gran parte de la atención se la llevan los pre-candidatos Daniel Scioli y Mauricio Macri, respectivos gobernantes de la provincia de Buenos Aires y de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Ambos territorios cuentan con la característica en común, la de poseer los coliseos más potentes y activos del ambiente musical del país, el Teatro Colón y el Teatro Argentino.
Las diferencias entre estos teatros son varias. Uno, es el emblema de la lírica de todo un país, poseedor de una acústica proverbial; el otro, orgullo de una ciudad, es muestra de la tradición y de antiguos tiempos de grandeza de la provincia más poblada y poderosa de todo el país. Tanto en la política como en los teatros (acaso otra forma de hacer política), podemos observar la dualidad y el enfrentamiento de los candidatos y sus gestiones.
El Colón actualmente continúa la ininterrumpida gestión de Pedro Pablo García Caffi como director artístico. Junto a Marcelo Lombardero, ex-director artístico del Argentino, supieron mantener durante años una curiosa y supuesta rivalidad con la cual, pasaron cada uno respectivamente por las administraciones de ambos teatros. De esta contienda, sólo García Caffi se mantiene en pie en la actualidad, ya que Lombardero debió dejar el ring luego de que la crisis en la provincia supusiera el zenit del vaciamiento del presupuesto cultural y el colapso sindical ocasionado por el empeoramiento de las condiciones de contratación del personal artístico del Argentino.
Luego de la salida de Lombardero a comienzos del 2013, el coliseo platense naufragó por aguas tempestuosas hasta mediados de agosto de este año, en el que asumió Valeria Ambrosio, no sin varias controversias mediante. Ambrosio es una probada directora de comedia musical y su experiencia regenteando un teatro o con el género lírico era nula al momento de su designación.

Con el escenario descripto, podemos adentrarnos en la cuestión.

El último título lírico presentado en el Colón fue Elektra, de Richard Strauss  y actualmente, el Argentino se encuentra representando de Giacomo Puccini, Tosca (al momento de esta nota, el Colón estrenará Madame Butterfly también de Puccini). Ambas producciones poseen una característica muy particular en común, los directores de la puesta en escena son, en efecto, los directores artísticos de cada teatro; García Caffi en Elektra, y Ambrosio en Tosca, que en este caso constituye su debut en el género lírico.

Ambos títulos presentan también puntos en común en cuanto a sus libretos y al estilo compositivo. Por ejemplo, en el caso del argumento, la fuerte impronta psicológica, casi freudiana, que presentan sus personajes. En Elektra todo es perverso, dentro de un escenario desprovisto de esperanza alguna donde todos sus habitantes están sumidos en una patética desesperación. Aquí la puesta supo representar un escenario fijo con grandes estructuras cónicas, y con contados cambios, bajo el propósito de no entorpecer la acción (postulado así por su director en una entrevista). La iluminación fue el único recurso que aportó al estatismo reinante en el escenario, reforzando los momentos claves de la acción, como cuando se produce la ansiada venganza, el fondo se tiñe de rojo, acentuando el asesinato fuera de escena típico en la tragedia griega.
En el caso de Tosca, la situación es diferente. Sobre el escenario se erigen varias pantallas las cuales sirven para proyectar los fondos diseñados digitalmente. Estos fondos no solo cambian según las indicaciones de sus autores, sino que además, aprovechan los cambios anímicos en los personajes y en la acción para cambiar la gama de colores y fondos proyectados (una especie de teoría de los afectos multimedia). La iglesia se vuelve gris y monocromática cuando Scarpia irrumpe la escena y exige el Te Deum ante la multitud extasiada; cuando Cavaradossi canta las virtudes del amor, se proyectan planos detalle de su amada, y así sucesivamente. Por momentos se proyectan planos reales, por momentos digitales, y éstos tienen un dudoso grado de pertenencia con lo expuesto en escena, ya que los rasgos de los personajes proyectados no se condicen con los de los cantantes, y también, la calidad de los fondos y decorados, bien podría haber salido de un videojuego realizado hace una década. Las características de las proyecciones sumadas al uso de la iluminación, por momentos dignos de una discoteca, nos permiten observar la influencia de su pasado en producciones de musicales de la directora escénica.

La puesta en escena de Tosca transita momentos bien logrados, que acompañan el talante del argumento, y por otros, recorre sitios facilistas, como queriendo volver un poco más amigable la trama y yendo de acuerdo con algunos preceptos planteados por Ambrosio. La directora, en una entrevista concedida a Ámbito Financiero declaraba sus intenciones de acercar el Teatro Argentino al público general, entusiasmar a la desconfiada población a volver a una sala que se ha visto muy perjudicada por las problemáticas de una gestión. En ésta misma entrevista, la directora asumió algo que era sabido públicamente, que el Argentino se encuentra aquejado por los problemas edilicios y por la falta de presupuesto. El teatro cuenta con una imponente estructura que se ha deteriorado lentamente y que las antiguas gestiones no han sabido mantener en condiciones dignas. Es por eso que este año se han dado episodios tales como la cancelación de actividades y evacuación completa de las instalaciones por una fuga de gas.
En el caso del Colón, si bien se ha dejado en el recuerdo su restauración, la gestión de García Caffi se ve teñida por los reclamos de los cuerpos estables, y por la utilización para espectáculos y eventos externos que poco tienen que ver con la programación habitual del teatro. Aquí interceden los altos mandos de la jefatura porteña, ya sea para designar a Tom Cruise como personalidad destacada, o para realizar la gala de Los Elegidos.
En el caso del Argentino, el gobernador Scioli ha utilizado las instalaciones para el acto de lanzamiento de su candidatura presidencial. En medio de una situación paradójica, el gobernador utiliza como punto de partida un teatro que ha resultado ser uno de los eslabones institucionales más perjudicados durante su gestión. Sobre la capa visible, el gobernador planteaba las bases de su proyecto, y en el fondo, más allá del subsuelo, el sitio se cae a pedazos.      

Cada teatro tiene sus propias problemáticas y esta situación también repercute en ambos candidatos. Tanto Scioli como Macri demuestran lo que la cultura  representa para su proyecto político, acaso un accesorio o meramente una lavada de manos y cara. Con mayor o menor atención, relegan la administración de los sectores culturales a sus equipos, algunos colmados por asesores y por contadores que creen saber mucho de espectáculos y entretenimiento, pero poco de cultura.
Mientras Macri mantiene un público de elite, pudiente, y casi el único (sin contar a los turistas) que es capaz de pagar por una platea lo mismo que muchas personas gastan para alimentarse durante un mes, el Argentino se debate por escapar a una profunda crisis que casi lo sume en la inactividad.


Tosca y Elektra concluyen de maneras similares, con el retorno de sus principales leitmotiv, el de Scarpia y el de Agamenón. Elektra, conforme ante el ajusticiamiento de los asesinos de su padre y sin motivos ya para seguir con su desdichada existencia, se quita la vida. Tosca, acechada por sus perseguidores y devastada por el engaño de Scarpia y la muerte de Mario, se abalanza sobre el abismo mientras perjura “O Scarpia, Avanti a Dio!” (Oh Scarpia, ante Dios). En la puesta que se podrá ver a partir de hoy en el Teatro Argentino, la musa se enfrenta a su destino mientras la escena y el resto de sus personajes quedan suspendidos en el espacio tiempo. En estos tiempos electorales, la audiencia se debate al igual que Floria Tosca, entre la acción y la inacción, entre ser espectadores de la debacle y la crisis de las administraciones de los teatros públicos, o propiciar y generar un marco crítico para la actividad de los teatros públicos. 

*Las fotografías son de Arnaldo Colombaroli y Guillermo Genitti.
Licencia de Creative Commons
Este obra está bajo una licencia de Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional.