Saturday, April 2, 2016

Poeta Halley

Mantener un blog, es una tarea ardua y complicada, más, cuando uno mismo pretende mantener cierto estilo y contenido. El tiempo corre tan de prisa, que las escusas no valen más que las hojas secas que arrastra el viento, y en el medio de la vorágine de llevar muchos proyectos en simultáneo, olvidé conmemorar el segundo aniversario de este humilde espacio.
¡Gracias por leer y seguir este blog!
Gastón.-


I

Zoe llegaba la clase, siempre con el tiempo justo y con su bicicleta a rastras. Lo mejor de vivir en una ciudad repleta de Jacarandás es que en primavera, el horizonte se tiñe de color violeta y las casas se inundan de su dulce fragancia. Ese era el olor que llegaba con Zoe a las clases de lenguaje musical.
Solía impartir las clases en mi casa de La Plata, y conforme pasaba el año, se asomaba una tarea especial: cantar una canción y acompañarse con el piano o la guitarra. No importaba el idioma, importaba sí, lograr la realización de diferentes habilidades al mismo tiempo de forma homogénea. Acompañarse a uno mismo con un instrumento armónico, es una actividad enriquecedora que pone en juego muchas habilidades distintas, que merecen atención y estudio por separado. Poder juntar dichas habilidades sin perjudicar la ejecución particular de cada aspecto, es algo que cuesta mucho trabajo lograr.
Parece mentira, pero ser músico de fogón es un logro mayor de lo que el común de la gente cree.
En términos de enseñanza musical, un profesor le pide a sus alumnos que realicen dicha actividad porque así demuestran que pueden lograr la ejecución de un instrumento, mientras cantan una línea melódica independiente (a esto le llamamos ejecución de dos planos, melodía y acompañamiento en simultaneo) y a la vez, se logra el desenvolvimiento dentro de un plano armónico, o sea, cantar dentro de un contexto determinado (afinado o desafinado).
La actividad propuesta, puede resultar cotidiana para un alumno que estudia guitarra, piano, o incluso canto. Pero se vuelve interesante cuando es propuesta a alumnos que estudian instrumentos melódicos, como la flauta, el violín, o incluso, a quienes estudian instrumentos de percusión. El resultado óptimo se logra cuando la clase es numerosa y se instaura esa comunión, el círculo del fogón donde cada alumno muestra sus avances y se fomenta la escucha y la reflexión colectiva.
En el caso de Zoe, estudiante de violoncello, había elegido acompañarse con la guitarra, la canción, Me Amo, de la banda, Love of Lesbian. Dicha banda, desconocida para mí, completó un círculo que fomenta el constante estudio y estimulo pedagógico; el alumno es quien trae consigo algo desconocido a la clase y fomenta la inquietud del docente. Resumiendo, una clase donde todos aprenden algo nuevo, y donde prima la inquietud y la curiosidad por el aprendizaje.


II

Estoy lejos de Argentina, de viaje, y como suele suceder me piden que lleve regalos para  la vuelta. Mi mamá, quien constantemente me nutre con material pedagógico para mis clases, me pide que le lleve el cuento ilustrado Yo Mataré Monstruos por Ti.
Así comienza el círculo de búsqueda literaria. Anoto los datos en un pequeño retaso de papel, lo coloco en mi billetera y salgo a buscar. Consigo el libro sin mucha dificultad, y antes de envolverlo, lo leo. No es el primer libro infantil ilustrado que leo desde que soy eso que la ley cataloga como adulto, y con el tiempo fui ganando experiencia en el rubro. Al entregárselo a su posterior dueña, ella me comenta que el autor del texto es el cantante de una banda de España. Busco su nombre en internet, y efectivamente, se trata de Santi Balmes, cantante de Love of Lesbian, los creadores de la canción de Zoe. En dicho libro, Balmes trabaja con Lyona, asidua colaborada visual de Love of Lesbian.


III

Es la cuarta o tercera vez, no recuerdo exactamente, que voy a un bar y leo en los diarios de turno un reportaje o cobertura del nuevo disco de Love of Lesbian, El Poeta Halley.
De acuerdo, lo pondré en casa y escucharé que tal. Cuando escuché la canción de Zoe, varios años atrás, debo confesar que me pareció una más del momento, también, cuando minutos después escuché la versión original. Al enterarme de que el cantante también tiene actividad como escritor, la curiosidad me pudo y decidí darle una chance a la banda.
El Poeta Halley es un hito extraño dentro del mercado musical actual. En él, prima la lírica, el mensaje verbal y detrás, la estética musical. Un tópico recorre todo el disco, un leitmotiv literario.
Tengo ante  mí, un disco que funciona como una unidad, que logra mantener una estética musical uniforme y que porta un pathos definido.
Me sorprendo, porque acostumbrado a la ponderante y pujante cultura del one hit wonder, es loable encontrar un material en castellano que presenta inquietudes artísticas, un sonido que desarrolla la búsqueda de nuevas formas, de primar el mensaje por sobre una forma definida (vale fijarse que pocas canciones de El Poeta Halley duran menos de cuatro minutos o tienen una estructura fácilmente identificable de Estrofa- Estribillo – etc.). Aquí prima la expresión verbal, los sinónimos y el vocabulario, la búsqueda personal y colectiva de un sonido, una identidad, resultado de inquietudes artísticas y de incertidumbres humanas. No hay artificialidad dentro de este disco, si no, expresión y voluntad del grupo de artistas por defender la estética ante la necesidad de un mercado cada vez más estereotipante. Uno puede escuchar los temas por separado, pero se pierde de la resolución del todo ya que aquí no estamos escuchando un collage aleatorio de canciones.
Solo queda destacar como brillante la interpretación del poema final, en la voz de Joan Manuel Serrat.


IV

La presencia de artistas que aún muestran signos de resistencia ante un mercado que impone sus propias reglas, artistas que tienen inquietudes y que buscan diferentes formas para expresarse, es algo que resulta estimulante y motiva a quienes los rodean a seguir en la búsqueda. Esa que es eterna y que nunca termina, pero que nunca defrauda.
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