Friday, October 16, 2015

Post Scriptum: Where is Jessyca Hide

En julio pasado escribí la nota Where is Jessyca Hide sobre la dirección de arte en las series de televisión. Ahora sumaré a la biblioteca de recomendación la ya finalizada Mad Men.
Un juego de palabras entre AdMen (advertising men), hombre de publicidades y Mad Men, de traducción literal, hombres enojados.

La dirección de arte no es magistral ya que no se hace tanto hincapié en ella en este caso, pero sí se puede apreciar una gran trabajo por la escenificación y la reconstrucción de la época y las costumbres de los ´60, acompañados por un vestuario detallista y más que nada, por un correcto uso de la música. Sí, digo correcto y hasta podría decir audaz ya que la música utilizada es estrictamente de época (una de esas que la gente suele añorar sacando a colación el nunca bien ponderado “todo tiempo pasado es mejor) y refleja los cambios de gustos y tendencias de cada año. Podemos escuchar Cha Cha, Jazz, lo mejor de cada momento y la irrupción del rock y el pop como una erupción volcánica que deja detractores y amantes dentro de la misma serie. Lo que mejor refleja, no es sólo un atento uso de lo mejor del repertorio de la época, si no, la reacción de los personajes y las costumbres ante la diversidad y los nuevos géneros.

Mad Men funciona como una radiografía de época donde podemos experimentar las reacciones de los “americanos” ante los sucesos más relevantes de la década tales como el comienzo de la guerra fría, luego Vietnam, el asesinato de Kennedy y más que nada, toneladas industriales de machismo, exitismo, consumismo y doble moral al mejor estilo American Way. Al comienzo la serie se hace difícil de llevar, al menos, si no dejas de lado los prejuicios y te acostumbras a querer a estos hombres tristes.

Es una pena que la industria de televisión, que tanto suele vanagloriarse sola con los premios Emmy, no haya podido recompensar de manera más grata a una de esas series, que cada tanto, coloca un espejo cruel ante nosotros, no para mostrarnos aquello que más nos gusta ver aunque sea mentira encerrados como Alicia en un viaje fantástico. Este espejo nos recuerda todo aquello que más odiamos y detestamos de nosotros mismos, como costras que se nos adhieren al cuerpo y que no nos podemos quitar.

Si el argumento no convence y el torbellino de vanidad y egoísmo nos avasalla, bueno, siempre se puede escuchar la banda sonora y disfrutar de un viaje gratis a una gran época de la música acompañado de grandes dosis de nostalgia.






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