Haber
nacido en una ciudad con paisajes tan imponentes como los de Bariloche me hizo
creer que nunca iba a encontrar imágenes que se pudiesen comparar a aquellas
que colorearon mi infancia. Poco tardé en rebatir mis impresiones de niñez al
conocer la vastedad del territorio que comprende esta indómita nación que es
Argentina.
Los martes, recorro con la
guitarra a mis espaldas, kilómetros y kilómetros de una ruta forrada por pampas
espesas, que no dejan ver nunca el límite al horizonte bonaerense. Es en esa
misma ruta, donde las vacas y las ovejas colorean un paisaje que huele a dulce
de leche.
Mis días como profesor de
música en aquellos parajes rurales se imprimen con fuertes sensaciones. Las
postales se recubren de olores, tactos y visiones que no tienen igual.
La docencia logra eso, te coloca contra una pared
invisible, la cual fue construida por uno mismo y por quienes nos rodean. Esa
pared sólo se derriba de una forma: dejando ir los prejuicios y abriendo los
ojos y las orejas para dejar pasar por uno la enseñanza más importante, que es
la que pueden darnos nuestros alumnos.
Apéndice:
Materiales Online que me gusta compartir sobre la experiencia educativa
El Aula Global y el Maestro ModeradorEntrevista a Luis Pescetti en Aprender de Grandes
Este obra está bajo una licencia de Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional.