Recuerdo
mucho el naranja flúor de un videoclip que habita mis recuerdos. Me pregunto
cómo me habrá condicionado la música pop que escuché durante mi infancia. Esa
música me hace sentir tan diferente a las niñas y niños a las que ahora les doy
clase de música. Profesor, profesor, dicen mientras se abalanzan sobre mí, ¿qué
música trajo?... Ahora no me dirigen palabras tan cálidas; cancelé la actividad
de escuchar música que ellos traen de casa debido a unos días de mal
comportamiento. A cambio, elegí una canción de colectivo, como le suelo llamar,
una de las que tienen contenido más potable y que suenan en la radio, para
cantarla en grupo mientras yo acompaño con la guitarra. Antes del recreo
saldremos al patio a hacer una coreografía para la canción.
Misión
cumplida, hoy ha sido un día sin perreo y sin reggaetón.
Vuelvo al videoclip. Era de Miranda! y lo escuchaba a
todo volumen parado frente al televisor cada vez que lo pasaban por Locomotion.
Cuesta percatarse, pero hace más de diez años que eso sucedió; no me atrevo a
decirlo en voz alta, pero fue hace, casi, quince.
El pop es como el poder
bélico, el poder hegemónico; lo que se encuentra en el poder actual sólo busca
formas para perpetuar esa condición privilegiada. La música pop es igual y la
industria cultural manejan un mecanismo similar; se amoldan, cambian de nombre y
se pone lifting en los pómulos, pero siempre seguirá siendo pop. Pop comercial,
seamos justos y no metamos a todos los gatos en la misma bolsa.
Primero, el videoclip giró por un canal alternativo,
en este caso, Locomotion. Luego, MTV y el resto de las cadenas captaron a
Miranda! y la banda atravesó el típico tour de forcé de la música comercial.
Hay que darles mérito por haber aguantado tanto. El caso siempre es el mismo,
un producto que logra identificar a un grupo social, abrir un nicho de mercado,
identificar a un público que no tenía bandera definida, para luego convertirse
en canon, en algo que no tiene razón de ser. Creación de una forma y
reproducción constante del contenido. Exactamente eso, expuesto hasta el
infinito.
La frase es clara; las cuentas hay que pagarlas y
todo está cada vez más caro… ¿Se puede culpar a los artistas pop por querer
seguir siendo quiénes fueron por quienes son hoy en día?
Cada tanto agarro la guitarra y toco Tu Misterioso Alguien. Respeto mucho a
aquellos artistas que pueden apropiarse de un lenguaje y llevarlo a su terreno.
Traduciendo; un proto-bolero-sentimentaloide (sí, así como suena) cantado en el
subte por los chicos de Miranda!. La guitarra y el fogón, ese universo paralelo
donde las canciones cobran vida dentro de una estructura social. Allí
solo
rigen aquellas canciones que sabemos todos.
Por suerte,
la guitarra todavía no puede hacer el perreo.