¿En qué consiste el gran éxito
logrado por la nueva generación de Idols
del pop internacional?
Los fans lo esperaban, y así
llegó, el nuevo disco de Adele, titulado 25. Su rival, al menos de forma virtual,
anuncia un posible impasse luego de haber amasado una enorme cantidad de dinero
como resultado de su última gira y un patrocinio de parte de gigantescas marcas
como Coca Cola. Taylor Swift, quien siempre se enfrenta con Adele a la hora de
lograr reconocimiento en los medios y premios de la industria cultural, se
retiraría para airearse un poco de los escenarios.
Imaginemos un escenario
futurista. Podemos volver a ver Blade Runner, o tal vez, repasar a aquellas
extraterrestres amantes de la música que habitaban en la fundamental Robotech.
Al volver a nuestro cotidiano planeta tierra, tal vez, no parezca tan alocado.
¿Cuándo Adele se convertirá en
Taylor Swift? Renunciará la primera, a indagar en esa imagen más seria del pop
internacional, donde se engalana con sacros vestidos negros ¿Hasta cuándo proseguirá
con su luto? Si es que éste fue alguna vez eso que creemos ver a través de
nuestras pantallas.
¿Es una imagen forzada, que
crean nuestras mentes gracias a insinuaciones de la prensa, o existe de verdad
la rivalidad entre las dos divas de la escena pop internacional?
Desde la irrupción del nuevo
milenio, la imagen de las idols, con
la figura central de Madonna, como núcleo central de su imagen, se ha ido
desperdigando a la popularidad dentro de las redes. La nueva generación, que
incluye a Miley Cirus, que ahora oficia el rol de anti idol, Selena Gómez, Carly Rae Jepsen, entre muchas otras, a
las que tal vez, Lady Gaga marca su propio estilo distópico y se despega del
rebaño.
Si repasamos brevemente la
carrera de las dos puntas de lanza del pop, podemos entrever serias
diferencias, y coincidencias sustanciales. En ambas se ve un trabajo de
producción muy loable y típico de las grandes discográficas. En cambio, la
perfomance de Taylor Swift está ligada a los sonidos electrónicos y a la
independencia de utilizar instrumentistas en vivo. En su última etapa, se la ve
más ligada a la performance escénica, donde recurre a secuencias de baile y a escenificaciones
en vivo. La diva estadounidense hace uso de sus atributos físicos, a la manera
de cómo lo han hecho sus predecesoras. En esto, se asemeja a la primer etapa de
Madonna o de Britney Spears, donde las divas resaltan sus figuras provocativas,
pero nunca dejando que se pierda su inocencia, o el look naive que las caracteriza. Como una vez escribió Phillip K. Dick,
anticipando la escena pop, Heather Hart, la idol
fútil de Fluyan mis lágrimas dijo el
policía, podría ser el futuro ficcional de Taylor Swift.
Adele, en cambio, no recurre a
las bases generadas por computadora, y tampoco ha hecho colaboraciones con
otros artistas, como es en el caso de Taylor Swift, que suele colaborar en
singles de artistas de otros géneros. Adele permanece fiel a las fórmulas con
las que siempre ha trabajado. Se presenta junto a un grupo, reducido o numeroso
dependiendo la ocasión, de músicos sesionistas, donde la mayoría la ha
acompañado durante gran parte de su carrera. También prosigue con su look
típico, vestida de negro y muy maquillada, con gran resalte de sus ojos.
Sobre el escenario, Taylor
Swift recurre a múltiples movimientos y desplazamientos, logrando un gran
control sobre el timing del espectáculo. Adele, al contrario, permanece
estática, en el centro de la puesta en escena. Ella concentra la atención en
sus expresiones minimalistas, en el lenguaje que transmite. Lo esencial de
Adele es no dejarse tentar por la forma, si no, por resaltar el contenido. He
ahí una de las diferencias más radicales entre las dos artistas, la importancia
de la música que interpretan. Adele enfoca la atención en sus canciones, en el
mensaje y su transmisión; Taylor se enfoca en el show que ofrece a su público.
Sigamos con la comparación. El género es el mismo, las dos artistas realizan pop, y no es exactamente un pop transgresor. Como es típico, la importancia reside en las letras de las canciones. Adele mantiene una esfera íntima, donde sus tópicos suscitan sus experiencias más personales y privadas. Ella convierte sus frustraciones y vivencias en las canciones que caracterizan su estilo. Taylor Swift también expresa sobre sus frustraciones amorosas y mantiene por momentos una actitud agresiva y satírica, fruto del desengaño y la ruptura de alguna relación. En sus últimos singles también se puede reconocer una crítica a los medios y a la prensa. La crítica a los chismes tiene efectos contraproducentes. Al aludir a los medios el contenido se banaliza y cae en la trampa mediática, al mencionar el veneno trivial, la frivolidad invade el mensaje y se vuelve todo un circo montado milimétricamente.
Ambas artistas se encuentran
en el esplendor de sus carreras, pero no debemos olvidar que si prosiguen en el
rubro, pueden ofrecer muchísimo material a la industria, por eso, realizar
profecías y vaticinios es oficio de necios. Lo que sí podemos hacer, es seguir
inculcando preguntas que acechan cada vez que una novedad surge.
Con tres discos con altos índices
de éxito ¿cuánto tiempo perdurará intacto el estilo de Adele? ¿Hasta cuándo
seguirá legitimado el estilo de canciones de desencuentro y ruptura? Puede ser
que se próximo el tiempo en que veamos como el mensaje se vuelve recurrente y
entra en decadencia. La fama dura poco, y el éxito es ingrato. Esa es una ley
dentro del mundo del espectáculo ¿Podrá Adele reinventarse y mantener un estilo
único y personal? Lo que nos lleva, a preguntarnos ¿qué tan lejos está el día
en que Adele se convierta en Taylor Swift?
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