Siempre me gustó buscar
excusas para hablar de algún tema. Aquí hay una excusa cotidiana: Tranquilamente
me dirigía a una clase andando en bicicleta. La calle estaba tranquila y poco
transitada, hasta que repentinamente escucho detrás de mí, música proveniente
de un auto en movimiento. El auto pasó a velocidad, pero yo quedé reflexionando
acerca de lo que había escuchado brevemente. Claramente era un tema que
conocía, pero lo que me desconcertaba era el idioma. Había sido cantado en
castellano y yo recordaba una letra en inglés. Teniendo en cuenta el castellano
del cantante y el ritmo de cumbia reinante, pude sacar la conclusión de que se
trató de un cover, de esos que están tan de moda últimamente.
La situación del auto pasando covers de cumbia me rondó la cabeza toda
la tarde y terminé recabando en las características de un cover.
La palabra del inglés, cover significa cubrir en castellano, y en términos musicales significa realizar una
versión de una canción ya registrada. El cover
funciona generalmente como un homenaje, ya que se supone que se interpretan
solo las canciones que a los artistas les agradan o que los han influenciado.
En el circuito de la música pop, no solamente se realizan covers de canciones cuyo gusto personal abala, si no que se hacen,
aquellas canciones que los productores o discográficas aseguran que darán
visibilidad a los artistas. Ejemplos de sobra existen sobre artistas conocidos
que, luego de años de poca aparición mediática, vuelven a estar en escena
gracias a un cover.
Este momento, es uno de los
pocos donde los artistas renuncian a su rótulo de compositores – intérpretes,
por solamente, del de intérpretes.
Veamos algunos ejemplos de
diferente índole para profundizar en la cuestión.
La banda de heavy metal, O'connor,
realizó un disco enteramente de covers
llamado “Una cuestión de respeto”. Es interesante fijarse que en YouTube, estos
covers poseen más visibilidad y
alcance, que los propios temas de dicha banda. Es aquí cuando comprobamos que
un cover, como estrategia comercial,
es infalible.
En el caso del tema de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota, Yo Caníbal , podemos escuchar como solamente, O’connor se propuso “actualizar” la grabación original, sumando una masterización reciente y un sonido digital. Si comparamos el original con el cover, la interpretación es similar a un alto grado, exceptuando la distorsión más comprimida de la guitarra y del bajo, y el tempo más ágil. Con Ana no duerme, de Luis Alberto Spinetta, O'connor despliega varios recursos más, entre los cuáles se encuentra el timbre aguerrido del cantante diferenciado de la vocalidad ligera de Spinetta. Ahora podemos observar como del cover mimético de Yo caníbal, se deja paso a una interpretación más marcada; a lo que llamamos un arreglo.
En el caso del tema de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota, Yo Caníbal , podemos escuchar como solamente, O’connor se propuso “actualizar” la grabación original, sumando una masterización reciente y un sonido digital. Si comparamos el original con el cover, la interpretación es similar a un alto grado, exceptuando la distorsión más comprimida de la guitarra y del bajo, y el tempo más ágil. Con Ana no duerme, de Luis Alberto Spinetta, O'connor despliega varios recursos más, entre los cuáles se encuentra el timbre aguerrido del cantante diferenciado de la vocalidad ligera de Spinetta. Ahora podemos observar como del cover mimético de Yo caníbal, se deja paso a una interpretación más marcada; a lo que llamamos un arreglo.
Ana no duerme revela una composición que ha marcado la experimentación
y la ruptura del género canción-rock en la escena nacional. En la versión de O’connor
podemos escuchar acentuado el carácter duro y exponente del hardrock, tan
característico de la banda. El doble bombo y el cantante marcan el camino para
una versión más pesada y agresiva de este clásico del rock argentino. En el
caso del colectivo realizado por varios artistas de diferentes bandas, titulado
Romaphonic Sessions, podemos ver cómo
se acentúa el juego de voces y el estilo experimental-progresivo de esta composición.
Por último, hagamos mención a una tercera versión realizada por varios miembros
de Massacre en el programa conducido nada más que por la hija de Spinetta,
Vera. Esta versión posee la impronta conocida de “canción de fogón”, donde
varios amigos se juntan a comer y luego, en un momento de distensión,
interpretan canciones conocidas.
Quedémonos un instante en la
cuestión cover vs versión. Un claro ejemplo de cover, sería el ya nombrado Yo Caníbal,
interpretado por O’connor. Un ejemplo de versión
(de manera muy contrastante) sería la del Chango Farías Gómez con Entré en mi pago sin golpear. En este
caso, de la forma de chacarera tradicional, se hace incapié en un arreglo mucho
más dinámico y osado. El Chango Farías Gómez, pionero en la exploración del folclore
argentino, demuestra aquí su estilo más vanguardista y virtuoso, talvez, una
impronta que tiene su sello y que ha dejado un huella sin precedentes en el
ámbito musical.
Cover o versión, no es solo
una cuestión de rótulo, como si se tratase de títulos nobiliarios sin
importancia, sino, aquella decisión de aportar algo, de devolver un poco de lo
que ha sido otorgado, o de simplemente, una frívola maniobra por volver a los
medios.
El cover funciona acaso como un desfibrilador de carreras seniles, o bien como reivindicación y muestra de lucidez de aquellos artistas que, más atentos, han sabido atravesar el arduo oleaje del medio musical.
El cover funciona acaso como un desfibrilador de carreras seniles, o bien como reivindicación y muestra de lucidez de aquellos artistas que, más atentos, han sabido atravesar el arduo oleaje del medio musical.
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